¿Por qué México Rocks?

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Deliciosos platillos mexicanos

Viajando en moto por México

viernes, 29 de mayo de 2009

¿Por qué escribir en este blog?

De entrada porque la Lata me lo pidió. Dice que escribo divertido, pienso que eso es sumamente discutible y he sido jitomateado en diversos blogs (ni le busquen, ya los borré, me hartaron), pero este proyecto está chido por varias cosas:

a) Es un espacio de cuates donde puedo contar de manera casual mis chocoaventuras recorriendo este país en moto.

b) En mi personalidad no está ir a Europa y a Asia y a lugares exóticos, he descubierto que lo que yo disfruto es subirme a mi moto y recorrer caminos. Para mí el viaje comienza cuando salgo de mi casa y prendo a la gorda (que es mi moto pues'n) y el llegar a un lugar es sólo parte del viaje, yo lo gozo desde el camino y aparentemente eso es escribible y la dueña y master del blog desea plasmar eso en su espacio.

c) Nuestro país está subvaluado. La onda de mi generación era ir a otros países y tener las fotos colgadas en la sala, pero hay muchas maravillas esperando en cada rincón de México; paisajes que no le piden nada a los que salen en el Señor de los Anillos. Pienso que nuestro país comienza a estar de moda para viajar, pero quiero compartir los rincones más allá de las zonas turísticas, esas joyitas que los lugareños conocen y que no se incluyen en el panfleto del tour.

d) Porque me late escribir.

Dicho lo anterior procedo a presentarme, soy Manuel y soy biker, traigo ya casi 20 mil kilómetros en mis alforjas, y aunque estoy muy lejos de ser un master Sensei del bikerismo, me considero razonablemente bueno para las motos y para viajar.

Prefiero viajar en moto porque así se puede sentir la carretera, se ven los colores del cielo, los paisajes y en general el camino se ve mucho mejor que cuando se va en auto. Tiene sus incomodidades, estar sentado en el sol durante 8 horas tiende a causar algunos estragos en la piel, no puedo llevar una maleta porque no cabe, pero es el precio a pagar.

Se dice que la moto es muy peligrosa y que es una irresponsabilidad recorrer miles de kilómetros en ella. Yo digo que todo en esta vida es peligroso y un madrazo a 140kms por hora en coche es tan mortal y tan desagradable como uno en motocicleta, y dentro de mi particular filosofía de vida hay que tomar riesgos, hay que hacer lo que uno disfruta porque para eso estamos vivos.

Me da mucha pena hablar con gente que sacrifica su felicidad actual por una supuesta felicidad futura, que se matan filosofando pensando qué los hará felices cuando seguro han encontrado lo que les gusta en cortito.

A mí me hace feliz ser biker, y me hace mucho más feliz vivir en un país maravilloso donde en un rango de 100kms puedo recorrer desierto, bosque y manzanares (Coahuila señores, Coahuila); me encanta que el clima de México permita rodar todo el año porque no tengo que batallar con la nieve y estoy más que puesto a recorrer todo el país en moto, lo chido es que ya llevo ¡como un 60%!

Anyways, basta de presentaciones, si la Lata me permite les contaré de algunos viajecitos de buen tamaño, dónde meterse, dónde comer, y si a alguien le interesa, hasta podemos explicar cómo viajar en moto y sobrevivir sin el rimel durante unos días...

Recuerden rodar con casco y sin miedo, el miedo apesta y la única solución es rodar y rodar.



Manuel


La Gorda y la Flaca

Que viva mi tierra Michoacán

miércoles, 27 de mayo de 2009


Y sí, que viva.

Qué difícil es hablar de Michoacán cuando lo primero que se viene (precisamente en este momento) a la cabeza es: narco, política y corrupción.

Pero, señores, Michoacán es MUCHO más que eso.

No tengo que apelar a la cordura de ninguno de los lectores de acá, porque sé bien que si llegan hasta aquí están abiertos a conocer más de ese lugar, mi lugar, que es el forzoso post oficial número uno de este blog.

Tampoco tengo que decir que MICHOACÁN es lugar de mujeres hermosas, je, basta con ver mi foto de perfil.

Ah, mi tierra. Morelia. En algún sitio escuché que posee el segundo centro histórico más grande del país, la neta es que no lo he medido, pero lo he pateado.

Crecer, vivir en este lugar fue una gran bendición para mí. More era una ciudad tranquila y relativamente pequeña, llena de árboles y yo fui una niña muy feliz.

Entonces, les quiero presentar mi Michoacán, mi Morelia, muy lejos de escándalos de cualquier tipo.

Esta tierra, mi tierra, es un lugar caminable, respirable, admirable.

Por ejemplo, si quieres pasar una tarde rica con los amigos, echando chisme, puedes caminar sin ningún problema de punta a punta el acueducto, iniciando desde las Tarascas, pasando por la Calzada Fray Antonio de San Miguel (testigo de mi nacimiento, kínder, primara y secundaria… nomás) hasta llegar al final… donde hay un deportivo que se llama Venustiano Carranza (diez puntos para que me diga qué se jugaba ahí hasta hace como 20 años).

Ahí atraviesas, fijándote en el semáforo, por favor, y te sientas plácidamente en el MX a disfrutar de una orgásmica torta de cajeta al horno. No… ¡qué cosa! Generalmente lo que hacemos nosotros es pedir una y compartirla (sí, con babas y peligro latente de influencia del marrano incluidas). Otra opción a unos cuantos pasos más, es tomar un café (mis favoritos en el mundo) de Café Europa (el pastel Torino, una cooooosa) o, elegiría Elo, en el Lillians café.

Las tardes en ese lugar son pacíficas, maravillosas para hablar y hablar.

Pero volviendo al centro, el Jardín de las Rosas es un sueño, aunque yo no elegiría comer ahí porque para mí los cafés son malos, caros (estándares morelianos, pues), y el servicio… (FX GRILLITOS… CRIII CRIIII), aunque dicen que ya hay nuevos sitios y con un mucho mejor servicio. No me consta. El cine que está enfrente es un must. Ok, las salas no son lo más moderno y cómodo de la cadena Cinépolis, pero siempre encontrarás algo que ver y más cuando es época de Festival (que, por supuesto, tendrá muchos posts en este sitio, porque México Rocks también por su cultura).  

También les recomendaría ir a un lugar casi enfrente de la catedral… se llama La Casa del Portal. La decoración es hermosa, y la comida nada mala. La terraza tiene una vista espectacular y también se respira un aire tranquilo, aunque un poco más turístico. Y se supone que todo se vende ahí: el plato, el mantelito, etc. (también tienen que visitar San Miguelito, aunque está fuera del Centro Histórico).


La Plaza de Armas queda justo al frente y a pesar de que fue remodelada hace poco, sigue siendo hermosa (léase: me gustaba más cómo lucía mi terruño antes). Intenten esto: compren una paleta de La Michoacana (en Michoacán, preparada por michoacanas, ja), y échensela en una banquita del zócalo, mientras ven a los niños jugar con las palomas… ¿quieren más?

Ah… pues ahí está, la catedral. Sí, sí, que no vamos a ir a rezar (aunque no está de más echarle una visitadita al Señor de la Sacristía, famoso por sus múltiples milagros), pero, no es por nada, es digna de verse. Piérdanse adentro, ignoren los recorridos turísticos si pueden -después del tour les obligan a pagar una “propina” -(pero hagan uso de sus orejas expandibles de los Weasly). Si se fijan, atrás, arriba, hay un organote. Ay, que yo estuve ahí. Para subir, hay que hacerlo (o en mi época escolar, al menos) por una escalera de caracol horrorosa, pero desde arriba la vista es ufff… Su sonido es nítido, y sigue siendo uno de los órganos más espectaculares de América Latina y se puede escuchar en algunos conciertos a lo largo del año (aunque la gente insista que esto no es cierto).

En el techo de la iglesia filmamos aquél comercial que alguna vez les enseñé en donde la hago de monja. Sí, el de la LPGA.

Se sube por una de las torres, que afortunadamente no tiene ventanas, porque mi miedo a las alturas me hubiera puesto en aprietos. Las torres son altas y el techo, sorprendentemente limpio.

Si caminas por las calles del centro, encontrarás tiendas a la antigua, de esas que yo no me explico cómo subsisten. Venden cachemir, ligueros para abuelitas, vestidos de quinceañeras a la vieja usanza. También puedes encontrar gelatinas con rompope, gazpachos (no la sopa, la fruta picada), chicharrones enormes con cueritos y pico de gallo, globos, artesanías, muñequitas de trapo a las que conocemos como “güares” (o “Marías”, dirían los chilangos).

Para la noche… La Inmaculada. Señores, una ida a More sin la Inmaculada no está completa.

Y si es de diciembre a febrero, ¡mejor!, porque podrás ser testigo de un clásico: el dragón de la iglesia.

No puedo imaginar mi infancia sin el dragón. Esta cenaduría establecida y atendida por los vecinos, nació por iniciativa de un cura, que es algo así como bien recordado por la comunidad porque hizo mucho por ellos (y esto, es neto, aunque parezca raro). Comenzaron con puestitos en la calle (literalmente) y poco a poco fueron creciendo (estoy hablando de años). Ahora aquella iglesita azul, en la que se escuchaba misa desde la calle y con altavoces, en la que había servicios cada hora hasta las 23:00 horas o algo así, se convirtió en una iglesia grande, en donde todo mundo cabe. La cenaduría sigue siendo atendida por los lugareños, pero ahora es un lugar en forma, en el sótano de la iglesia.

Funciona así: compras tus boletitos (sí, sí, como en kermés) y los cambias por los antojitos michoacanos que se ofrecen. ¡Que ya se me hizo agua la boca! Los precios son deliciosamente baratos, los productos limpísimos y… nunca me ha hecho daño nada.

Una cena típicamente moreliana. Ah. El dragón. Durante las fiestas de la Inmaculada Concepción (por eso mismo en mi casa le llamamos “La Conchita”), ponen un dragón mecánico (ok, súper kitsch) afuera del templo y cada media hora se prende. La función va así: el dragón (que evidentemente es el demonio) viene a la Tierra a tentar a los humanos, pero llega un ángel y con movimientos de robot setentero, alza su espada y le da con todo a don dragón. El mítico animal chilla y hace ruidos terribles, hasta que entre coros angelicales aparece la virgen María y acaba con él. ¡¿Se imaginan lo que esta aventura bíblica puede hacer para una niña inocente (ok, en los 80´s)?! Wooow, era lo máximo. Y sigue siendo. Cada vez que voy y empieza la música, dejo mi tostada de jamón (que existen, que existen) o mis uchepos para ver al dragón, que se sigue moviendo con crujidos, aunque ahora lanza fuego (o chispas, pues), por el hocico.

Nada, nada… que esto puede ser interminable. Pero hoy quería hablarles de un Michoacán muy mío. De esas calles de piedra, esos árboles rechonchos, esas combis en las que la gente viaja parada, del sol quemante de mi ciudad.

Una ciudad que vale mucho más que unas notas tristes en las primeras planas de los periódicos nacionales.
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TIP PARA EL VIAJERO: Morelia está súper bien ubicada, de Ciudad de México queda a dos horas y media en auto, y casi 4 en bus. De Guadalajara, más o menos la misma historia, al igual que Querétaro, León, Aguascalientes, Guanajuato. Nada de pretextos, ¿cuándo hacen la reserva?

MÁS INFORMACIÓN PARA EL VIAJERO: Acá la obtienes (casualmente también escrita por mí, jajaja).

¿Por qué México Rocks?

martes, 26 de mayo de 2009

Como si no tuviera nada que hacer. (Diría Raus que tengo incontinencia blogguera, ¡necesito dos blogs!)

Esta idea lleva muchos años gestándose en mi cabeza y a pesar de que he escrito muy poco sobre México, ya viene siendo hora de que lo haga.

Además, es un buen momento.

Se acaba de lanzar un programa que se llama "Vive México" por parte del Gobierno Federal, en donde se promoverá a nuestro país como destino nacional e internacional.

Nosotros los bloggeros no somos agentes de viajes, ¡pero sabemos viajar!

Si conoces México, podrás opinar de primera mano, si no, ¡de todas formas participa!

Hasta eso nuestro país no es desconocido, y ya sea por el acento, el tequila o las telenovelas, ven y dinos tú, por qué crees que México rifa, es chingón, es fregón, está con madre, rulea, roquea, rules, es maravilloso y vale la pena experimentarlo.

So... ¡bienvenidos! Exploremos nuestro país, desde dentro, de fuera, por arriba y por abajo.


Y tú, ¿por qué crees que México es un lugar... que vale la pena?